Comenzamos tratando de traer a Jutiapa el concepto de los “shucos”, cuya idea fue de una amiga, quien consiguió dos carretillas “hot-dogueras” de Orange Crush. En el año de 1989 comenzamos en una carretilla con sistema al carbón, en el parque central de Jutiapa, donde estuvimos un año, y debido al éxito obtenido pensamos en un local, pero nuestro menú era demasiado pequeño, ya que solo contábamos con un pan, por lo que empezamos a ampliarlo, combinando no solo otros embutidos (salami, jamón, tocino, chorizo, longaniza etc.) sino también carnes como el pollo, pavo, res y cerdo. Aunque sonaba un tanto ambicioso, y careciendo de financiamiento, nos enfocamos más en el sabor y la calidad de nuestra comida, además del concepto novedoso, dejando en segundo lugar la inversión en mobiliario y equipo. La embotelladora nos proporcionó la refrigeración y solo invertimos en algunas mesas, estufa, espejos, pintura y azafates para los panes. La respuesta de la gente fue inmediata y desde entonces nos instalamos en el gusto de los jutiapanecos. Esencia: Todo comenzó al primer lustro de los años 60, con las primeras matinales dominicales en el cine Olimpia de la zona 5, a donde mis hermanas (entre adolescentes y pre-adolescentes) me llevaban a ver las películas de Elvis, Jerry Lewis, y las de vaqueros (mis favoritas), las cuales disfrutábamos, aunque el intermedio era lo más esperado, porque salíamos a comprar por 20 ó 25 centavos lo que los vendedores ofrecían como “Panes”, ya que solo era pan con salchicha, pero la diferencia era que éstos se doraban al carbón, luego le agregaban guacamol, repollo cocido y sus aderezos… mmm! Era una delicia. Así que durante mi niñez, en los años 60, tenía fijación por los “panes” de las matinales y una fascinación por los vaqueros del viejo oeste… por eso cuando se presentó la posibilidad de un negocio de panes, todo lo vivido en esos años reavivó los sentimientos y generó entusiasmo y muchas ideas. Pensamos en un negocio que vendiera solo panes, claro, buscando la excelencia en sabor y servicio. Luego, al pensar en un personaje, el vaquero surgió como en los chistes del llanero solitario: Sombrero blanco, camisa roja, pantalón azul, pañuelo amarillo al cuello y una actitud bondadosa.
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