La luz tenue del Bodegón Alejandro proviene de sus lámparas, su cocina y sobre todo, de la enorme imagen circular que preside las dos salas. Una lámina antigua, con una curiosa historia detrás, que nos traslada al pasado más bélico de San Sebastián, recordándonos lo que fue y en lo que se ha convertido gracias, en gran parte, a su capacidad de sobreponerse a las adversidades.La acuarela que se expone en el Bodegón Alejandro y que ofrece una vista de 360 grados de la ciudad, fue creada en un momento en el que San Sebastián sufría las embestidas no solo de las olas del mar, sino de las guerras y el fuego. La ciudad pagó cara su ubicación estratégica y fue asediada hasta tres veces durante el primer tercio del siglo XIX. Uno de los episodios más desoladores tuvo lugar el 31 de agosto de 1813, cuando San Sebastián resultó arrasada por las tropas anglo-portuguesas tras derrotar a las tropas francesas fortificadas en el monte Urgull. Un terrible incendio que todavía hoy conmemoran los donostiarras.El panorama que preside el Bodegón Alejandro refleja perfectamente esa personalidad estratégica de la ciudad. Y a pesar de ser pintada en la década de 1820 y por un militar británico nacido en Gibraltar, Thomas Staunton St Clair, su fin no era bélico, sino que buscaba una manera diferente y lo más fiel posible de representar la realidad.
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